El problema con un cambio de mentalidad en estos momentos es que uno de los tradicionales problemas con el transporte público "normal" ha sido justamente la falta de inversión, o inversiones mal hechas. El principal cambio de mentalidad que está trayendo la crisis es que el transporte público es una lacra en la que gastar lo mínimo posible, y de que el elevado precio y servicio que no puede competir con la conveniencia del coche ni de lejos no sirven más que para dar servicio a aquel que no puede permitirse un coche. Hay un problema de planteamiento que es generalmente ignorado, y es que el transporte público hoy en día debe ser competitivo con el coche (no necesariamente en tiempo de desplazamiento, pero entonces al menos en precios), y por tanto una alternativa que se haga atractiva, en lugar de ser algo a lo que se recurre como última opción cuando no se puede ir en coche. Divagando, el AVE es justamente el otro extremo de la balanza, es muchísimo más atractivo que el coche en velocidad, pero el coste se hace muy elevado, tanto en el billete como para las arcas públicas.energetico ha escrit:¡Ah! sobre propuestas:
La mía:
Desincentivar el uso del vehículo privado:
- poner peajes en las autovías de toda España... para que quien pague una autovía... sea el usuario de la misma, y no todos.
- crear campañas de comunicación sobre la combinación bici-transporte colectivo.
- crear incentivos (subvenciones, ayudas, desgravaciones) para el uso de smartphones en transporte público: zonas wifi, aplicaciones específicas, etc.
- crear campañas oficiales en apoyo del transporte colectivo.
España es una potencia en la fabricación de automóviles (el 2º europeo, por detrás de Alemania, y por delalnte de Francia). Es muy difícil tratar de penalizar el uso del vehículo teniendo en cuenta este dato... pero parece evidente que el Automóvil es un producto cuya producción, a medio plazo, será dominada de forma absoluta por Asia, y España puede perder todas sus plantas en un pispás.
Deberían haber estímulos para que España realizara una transición económica e industrial, para que el automóvil no fuera uno de nuestros principales bienes industriales y productivos, y se cambiara a otro tipo de productos o servicios más robustos y coherentes con nuestra realidad geo-económica.
Porque lo que dices es verdad, España es una potencia en automóviles por delante de Alemania, pero en cultura de coche no les ganamos ni de lejos. Fueron pioneros tanto en el desarrollo del automóvil como en la construcción de autovías, y hasta hoy son legendarias las autovías sin límite de velocidad en algunos tramos, y aún y así se registra una baja siniestralidad gracias al gran civismo de los automovilistas. Pero en Alemania hay una diferencia, y es que el coche no es siempre la opción más atractiva para los desplazamientos: Su uso esta desincentivado en los centros, con párkings caros y calles con amplias aceras y viales para transporte público. Los horarios y servicios son mucho más amplios que en situaciones comparables aquí (fíjate en el transporte urbano de Terrassa o Sabadell, ciudades de un cuarto de millón, y compara con Karlsruhe que con 300.000 habitantes no sólamente tiene un excelente transporte público, sino que ha creado un modelo homónimo), y el uso de los dos medios está más repartido. Y eso que las autovías, tengo entendido, son gratuitas para coches y sólamente pagan camiones.
Se tiene que dar un paso firme para cambiar ésto, la movilidad para ricos y pobres, eso es un disparate. Tus propuestas no son más que un primer paso hacia un concepto más avanzado y diversificado de la movilidad. Se tendría que afrontar la situación con un plan generalizado, que ni siquiera haría falta mucha inversión, pero sí que se redefinan los conceptos tal y como ahora los conocemos: Cadenciación de los horarios a todos los niveles (tanto los buses urbanos que pasan cada 10, 15 o 20 como los trenes que pasan cada 2 horas), enlaces bien elaborados, esquemas de aportación y no de dupliación, aumento de frecuencias aunque de salida no exista la demanda, con tal de captar justamente a usuarios del coche, etc., etc.. Dejar de despilfarrar en obras faraónicas y racionalizar la inversión, enfocandose más a aquello que es necesario para la sociedad, es un primer paso, pero también se tiene que conseguir que haya un cambio de planteamiento para la sociedad, en la que el transporte público es algo fundamental, omnipresente y atractivo, y no aquello que usan los pobres que no tienen coche. Y hablo sobre todo ahí donde actualmente el uso del transporte público es menor, en las zonas de poca densidad. Líneas de tren regionales languidecen por falta de pasajeros, ya que nadie se molesta en caminar 3 kilómetros desde el pueblo hasta la estación, y no se ha implementado ningún bus que parta desde el centro del pueblo para cada tren que pasa. Pueblos que tienen dos, tres o cuatro buses al día hasta la ciudad más próxima. Situaciones así. Una cosa es no despilfarrar el dinero, pero no hay que ser descuidados y acabar por reducir el transporte justamente en las pequeñas ramificaciones, porque un estudio económico dictamina que no es rentable, sin tener en cuenta que esas pequeñas ramificaciones "no rentables" son las que hacen que una red de transporte funcione. Eso es lo que existe en Alemania o en Suiza pero aquí no.
Cambiar esa forma de pensar en el mínimo gasto posible probablemente vaya a ser lo más difícil de conseguir. La ciudadanía a menudo no ve jsutificada una mayor inversión en transporte público que lo que requiere la demanda inmediata, evidentemente ésto es más pronunciado ahí donde hay menos hábito de transporte público. Pero incluso en Barcelona, véase la eterna discusión que hay sobre el Tram, la gente dice que es "caro", cuando es completamente relativo, y comparado con el metro en realidad es baratísimo, pero aún así se politiza el asunto, por buscar los votos de quien va en coche, la mayoría. El pez se muerde la cola.